30 nov 2010

Alegoría financiera: El gallo de los huevos de oro


Había una vez una familia que, si bien no era pobre, miraba con recelo la riqueza de sus vecinos.
Era un pueblecito rural donde todos vivían en granjas, cultivaban el campo y criaban cerdos, gallinas, hámsteres y moscas, muchas moscas. Estas últimas eran de la variedad cojonera, y, muchos de los jóvenes se habían ido para no tener que sufrirlas.
Pero no es de las moscas de lo que vamos a hablar. Las dos familias que nos interesan vivían en armonía, si bien una tenía tierras fértiles donde podían criar hasta vacas que, por supuesto, atraían a las ya mencionadas cojoneras, y la familia en la que vamos a centrarnos que envidiaba a la primera porque en sus terruños apenas crecían cardos borriqueros.
La madre de la familia pobre, flaca, seca y parca como ella sola envió a su hijo tonto a comprar un gallo porque les hacía falta uno en el gallinero, el que tenían se les había escapado dejando a las gallinas desoladas y sin ganas de poner huevos. El trabajo era muy fácil y la madre no pensó que pudiera equivocarse pero, cuando volvió con un viejo gallo casi desplumado poco le faltó para que lo matara, al gallo claro, aunque al hijo también, le dio una paliza que quién hubiera visto a aquella enclencle fémina golpear con la fuerza y la rabia de un caminero ante un piquete de amenazantes agricultores franceses, hubiera pensado que le había entrado un demonio en el cuerpo y la había poseso, confiriéndole poderes sobrehumanos.
Después, agarrando al pollo por el pescuezo, con total indiferencia al ahogo que le provocaba, se fue a visitar a su vecina para llorar la mala suerte que tenía de haber parido a un chico tan tonto.
Cuál no sería su sorpresa al ver la expresión de la vecina cuando vio al gallo. Se le iluminaron los ojos. No se rió nada al escuchar sus quejas, sino que, muy rápidamente le ofreció comprarlo. La madre, muy suspicaz se dio cuenta de que algo pasaba con el gallo, algo que lo hacía valer mucho más de lo que su apariencia decía. Al resistirse a venderlo la otra mujer comenzó a ofrecer sumas cada vez mayores, y subía y subía. Era un escándalo.
La madre dejó de coger al gallo por el pescuezo y lo instaló cómodamente en sus brazos, aquel bicho parecía valer todo el oro del mundo.
Finalmente, en vista de que no vendía la otra mujer le dijo de que iba la cosa.
El gallo era muy especial. Era un gallo capaz de poner huevos.
¿Poner huevos, un gallo?, ¿Te has vuelto loca?
No. Nada de eso, llevo años buscando uno de esos, es imposible que no hayas oido hablar de ellos.
La madre si había oído hablar de los gallos que ponían huevos, pero creía que era una leyenda. Huevos de oro, decían que ponía, ni más ni menos.
¿Y crees que este es uno de esos?
Estoy segura, si te ayudo, ¿podemos ir a medias?
¿Para qué?, el gallo lo tengo yo. Cuando empiece a poner huevos serán todos míos.
Necesitarás ayuda, dijo la vecina esbozando una sonrisa.
¿El qué?
Dinamita.
¿Bromeas?.
No. Sabes que mi marido trabaja en la cantera, él la puede conseguir.
Y yo, ¿para qué quiero dinamitar al pollo?.
No se trata de que lo vueles, burra, se la tienes que dar de comer. Es la única manera de que ponga huevos de oro.
¡Anda ya!, ¿Cómo va a comer dinamita un pollo?. Yo creo que a ti todavía te dura el efecto de las drogas que tomaste en Madrid cuando la movida.
Aquello era un golpe bajo, a la vecina le dolió, pero se recompuso.
Te daré una poca gratis, tu déjasela cerca y verás como se vuelve loco, se la pampará en un santiamén y al día siguiente te lo agradecerá poniendo un huevo de oro.
La madre se fue transpuesta a casa y dejó al pollo en el gallinero, las gallinas lo miraron con clara repugnancia y siguieron al lo suyo.
Al día siguiente la vecina le llevó un cartucho de dinamita que echaron al gallinero. El gallo reaccionó tal y como había dicho.
Un día más tarde, tal y como dijo, el gallo había puesto un huevo de oro.
Después de aquello quedaron en repartirse las ganancias al 70 / 30 por ciento. Era lo justo, quién tiene el gallo tiene el poder.
Y así las dos familias se fueron enriqueciendo.
Comenzaron a montar establos, piscinas, poner iluminación, sobornar a los concejales para que la carretera pasara cerca, y hasta les hicieron un acceso para ellos solos.
La vida les sonreía. El pollo comía dinamita, crecía y ponía huevos y más huevos de oro.
Cuando el pollo ya era tan grande como un cerdo se corrió la voz de cual era el origen de toda aquella riqueza y el ayuntamiento declaró que era ilegal robar dinamita pero no pusieron la cosa en manos de la policía, no. Lo que hicieron fue quedarse con una participación en el negocio. La familia poseedora tenía derecho a un 50% de beneficios, la que proporcionaba la dinamita un 20%, y el permiso del ayuntamiento para comprar la dinamita un 40%.
La gallina era tan grande que ponía huevos como de avestruz así que nadie salía realmente perdiendo.
Y todos las familias, el ayuntamiento y el pueblo entero vivían felices mientras la gallina consumía cantidades ingentes de dinamita y crecía hasta tener el tamaño de una vaca.
Cuando la gallina ya era tan grande como un tractor el caso llamó la atención de los expertos que pusieron la voz en el cielo. El gallo iba a explotar, su cuerpo había asimilado la dinamita tan bien que había concentrado el explosivo en su tejido muscular y adiposo. Nadie sabía exactamente cuan concentrado podía estar el explosivo porque los científicos no se atrevían a acercarse al animal para hacerle una biopsia. Estos advirtieron del peligro. Había que llevar al animal a un sitio seguro, a campo abierto, a algún sitio donde no hubiera edificaciones cerca y sacrificarlo.
Pero nadie era capaz de renunciar a las riquezas que daba el gallo. Haciendo oidos sordos de lo que decían los expertos siguieron suministrando dinamita al pollo.
El bicho seguía creciendo, llegó a ser tan grande como un elefante y ponía huevos como Twingos pero un día comenzó a hacer ruidos raros. Eructaba, se revolvía, movía sus alas como si quisiera echarse a volar y lo que era peor, comenzó a subirle la temperatura. No hacía falta ponerle un termómetro para darse cuenta, irradiaba un calor intensísimo. Era el fin, sin duda.
Las dos familias salieron de allí a toda leche. Se pararon en el pueblo el tiempo justo para avisar en el ayuntamiento de lo que pasaba. Se puso en marcha un dispositivo para evacuar al pueblo y dos días después el ave explotó.
La deflagración fue de tal magnitud que arrasó el pueblo entero. Ni la iglesia nueva, ni su flamante polideportivo ni las fabulosas carreteras comarcales con tres carriles para cada sentido sobrevivieron a aquello, quedó tan sólo un enorme cráter.
Toda la riqueza creada por el gallo de los huevos de oro quedó reducida a polvo.
Los habitantes del pueblo tuvieron que ser relocalizados en hoteles y casas de huéspedes hasta que con dinero público al que se llamó “de rescate” se les construyó un pueblo nuevo. Costó tanto que la provincia entera sufrió una profunda crisis que obligó la comunidad autónoma a rescatar su economía pero no terminaban ahí los problemas porque las otras provincias de aquella comunidad quedaron maltrechas tras el aporte económico y alguna más corría peligro de necesitar un rescate.
Finalmente, en la búsqueda de culpables se decidió que las dos familias que lo comenzaron todo debían llevar la carga de la infamia. La familia que vendía la dinamita, en rueda de prensa dijo que el pollo no era de ellos y que ellos les suplicaron a los dueños que lo sacrificaran y la madre enclencle se lamentó por no haber parido un niño que fuera tonto siempre, hasta para ir a comprar un gallo.

2 sept 2010

La raíz del mal




En cada acto de vandalismo, violación, asesinato, robo, abuso o apaleamiento hay una característica común. Algo que, tanto para los que nos podemos alejar emocionalmente de sus efectos como para los que no, es reconocible de inmediato.
Podemos ver el mal en ellos tan claramente como la luz del día en una mañana de verano.


Sobre cuál puede ser el origen de esos y muchos otros actos malvados se ha analizado, estudiado y discrepado mucho. Lo único que no se ha comentado, por lo terrible que puede ser considerarlo, es que detrás de un terrible acto de maldad, con consecuencias devastadoras, pueda haber algo tan banal como un simple error.
Eso es lo que quiero discutir aquí. Si no es posible que el error sea la raiz de todos los actos malvados, la banal raíz del mal. Me explico.
Cuando el asesino decide matar a alguien lo hace porque ha calculado los pros y los contras de su acción, evidentemente ha llegado a la conclusión de que ganan los pros. El error de su cálculo ha sido, considerar sólo su punto de vista, sin tener en cuenta el efecto en otras personas, podría aducirse que esto es debido a simple egoísmo y que esa es la raíz de ese acto malvado, pero lo que yo quiero decir es que el egoísmo no es la raíz del mal sino un factor que inclina a cometer errores de cálculo y que en el caso del asesinato, ese cálculo, puede estar justificado, como lo estuvo en su día cuando un grupo de generales nazis intentaron asesinar a Hitler. Es evidente que su muerte hubiese sido un gran alivio para la humanidad aunque hemos de tener en cuenta que la mayor parte de las razones que impulsaron a esos generales a intentar matar a su jefe eran egoístas.
El ladrón cree que robando va a conseguir salir de su pobreza, solucionar sus problemas económicos o obtener fácilmente lo que a otros nos cuesta trabajo conseguir. Las prisiones están llenas de personas que en muchos casos repetidamente, han pensado que eso era así y evidentemente se equivocaron.
Quizás el que la raíz del mal se encuentra en el error sea más evidente si consideramos los actos involuntarios con consecuencias nefastas, como el hacer un fuego en el monte para asarse unas salchichas y acabar asando brigadistas que asisten a aplacar el incendio que ese fuego provocó. Seguro que las familias de los muertos querrían ver castigado ese acto de imprudencia tan duramente como fuera legalmente posible. O el típico conductor que se cree un as del volante, un dechado de reflejos y experiencia en conducción que va a toda velocidad y no tiene tiempo para reaccionar cuando otro conductor lo ve a lo lejos y decide saltarse el stop porque seguro que le sobra tiempo para incorporarse a su carril. Cuando ambos hayan muerto triturados por un amasijo de hierros sus familias querrán saber en quién recae la mancha del mal, quién es el culpable, cuando cabría preguntarse qué error fue cometido y por quién.
El error es hasta tal punto el origen de la maldad que llega a ser cierto incluso en el nivel molecular de la vida. Si esto parece exagerado, consideremos el caso de una célula de un cuerpo cualquiera, en esa célula se produce, en un momento dado una división, en su núcleo los cromosomas se separan , son copiados y, en ese momento se produce un error en la copia de un gen que codifica una proteína de reparación de ADN. Tiempo después, en la siguiente división se produce un error en la copia de un gen que controla el ritmo de división de esa célula y, como no hay proteínas para repara este error la célula se empieza a dividir sin control, el cuerpo comete el error de no reconocer el cancer que se está formando y meses o años después esa persona agoniza en un hospital. Su familia, sus amigos pueden reconocer el mal en la enfermedad pero no la banalidad de su origen, un simple error.

31 ene 2010

Vamos a imaginar lo que pasa si admitimos que es el holocausto judío es mentira,

Aceptemos que fueron trasladados a Siberia y que todavía viven allí felices y contentos. Y ya puestos vamos a afirmar también que el ejercito yugoslavo comandado por Milosevic y Radkom Mladic nunca masacró a croatas y musulmanes sino que los deportaron a una región desconocida del mundo, por ejemplo al Serengueti o a alguna isla perdida del pacífico donde todavía viven, felices, de la pesca. Demos también por hecho que los hutus ruandeses no protagonizaron una de las mayores masacres del siglo XX, sino que se limitaron a pedir educadamente a los tutsis que se fueran, por ejemplo al Serengueti donde hoy día conviven con familias croatas y bosnios musulmanes.
Pongamos también por ejemplo que los terroristas islámicos no atacaron las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001, sino que fueron simplemente demolidas porque no se tenían en pie y todos aquellos miles de personas que se dijo que murieron fueron, de verdad, trasladados por sus empresas a un destino más soleado, por ejemplo al Serengueti, donde se dedican a organizar la vida de los refugiados croatas, musulmanes bosnios, tutsis y chinos indonesios que emigraron por voluntad propia para facilitar a su país la salida de la recesión de la que todos les culpaban, culpa que ellos mismos admitieron tener y de la que se sentían tan culpables que ellos mismos quemaron sus casas, protagonizaron suicidios en masa, etc., hasta decidir que ya era hora de irse de allí y dejar a los indonesios no chinos tranquilos.
La lista de atrocidades que podríamos negar es muy larga, la bomba atómica, las deportaciones a Siberia, los ejercitos de niños en Liberia y Sierra Leona, las matanzas de intelectuales durante las épocas de dictadura de Sudamérica, la destrucción de la cultura y etilo de vida de los tibetanos, etc. Dese luego que si negáramos todo eso el Serengueti estaría a parir. Al final nos quedaría la extraña sensación de que vivimos en un mundo perfecto, en el mejor de los mundos posibles, como decía Leibnitz, donde el problema no es que pasen cosas malas, porque en realidad no pasan, sino que hay demasiados quejicas.
Una vez llegados a esa conclusión, los pocos que se consideran optimistas, entre los cuales no me cuento, deberían tomar el poder de las naciones y decidir que hacer con los quejicas que tanto daño hacen bajando la moral de la población. NO me extrañaría nada, entonces que decidieran internarnos a los quejicas en campos de reeducación donde nos enseñaran lo que de verdad es sufrir para que, si saliésemos con vida, no volviésemos a quejarnos.

17 ene 2010

La piratería es buena, ¿que digo?, es maravillosa para la sociedad


Puede que las discográficas se quejen, que digan que por culpa de las copias que se bajan reducen las ganancias porque el pastel se regala en vez de venderlo hay datos de sobra que demuestran que esto es falso, baste consultar el blog de JAVIER CANDEIRA o la noticia que publicó en la página de RTVE (enlace al final del post)
El efecto de la piratería en la sociedad ha sido el de facilitar que todo aquel que tenga acceso a Internet pueda bajar programas tan útiles en la vida laboral como Autocad, Photoshop, Corel Draw, SPSS, ACCESS, etc. y aprender solos o ayudados por carísimos libros, esos si que comprados.
La piratería ha permitido que una gran parte de la población acceda a su puesto de trabajo contando con una amplia cultura informática que, de otra forma no poseerían, no en tal grado.
La piratería ha estimulado la producción artística de personas sin acceso a un laboratorio fotográfico o materiales de dibujo técnico. Los resultados de esta producción están ampliamente presentes en los muchísimos foros de amantes de la fotografía y del diseño gráfico y más de uno nos hemos partido de risa con los retoques fotográficos ingeniosos de algún bromista (¿no es eso también arte?).
Y si pasamos a la música, ¿qué es eso de que la calidad musical está de capa caída por culpa de la piratería?. Antes de que llegara Internet ya se decía que la industria discográfica no publicaba a los verdaderos artistas, que sólo les interesaban las ventas seguras, muchos llamábamos a los famosos 40 los cuarenta abominables. ¿y qué?, ¿no se sigue vendiendo la misma bazofia?.
La gente accede por Internet a tal cantidad de música que no le queda más remedio, por hastío, que explorar diferentes estilos. La cultura musical de la población es mayor que nunca, eso no lo puede negar la SGAE.
¿Y los libros?, quizás tiendan a desaparecer, tal y como los conocemos, pero lo cierto es que en Internet hay tal cantidad de información de la mayor calidad que, si bien está fragmentada y dispersa, uno podría encontrar prácticamente todos los materiales académicos que hay en la biblioteca de su universidad sin salir de casa. Yo mismo me he sentido inclinado a aprender algo sobre la Grecia clásica y buscando en scribd he encontrado publicaciones monográficas de profesores de Yale y La Sorbona considerados como las máximas autoridades en la materia. Sólo por curiosidad. Si hubiese ido a la librería de la esquina me hubiese comprado un libracho sobre mitología y eso sería todo lo que hubiese aprendido.
¿Qué pasará si consiguen ponerle al campo esas famosas puertas de las que todos hablan?. Pues que saldremos todos perdiendo, sin duda. Internet es el nuevo Prometeo que nos ha traído el fuego de la sabiduría a los mortales y hay quién quiere ponerle cadenas otra vez.

http://www.rtve.es/noticias/20091210/modelos-negocio-como-ganar-dinero-mundo-perfectamente-copiable-ii/305322.shtml

20 dic 2009

Quien tiene las riendas de la sociedad

Antiguamente eran los dioses los que controlaban el destino de los mortales. Ellos estaban entre nosotros, intervenían en nuestras querellas como lo hicieron Atenea o Afrodita durante la guerra de Troya, o las provocaban ellos mismos como el diablo lo hizo tentando a Eva para que perdiera la inocencia (que recuerdo tan dulce tenemos todos de la pérdida de la inocencia, que pena que no podamos, como las vírgenes con las que Alá recompensa a los muyahaidines recuperarla una y otra vez) y ellos nos daban las reglas que debíamos seguir para, tras la muerte, merecernos una eternidad en los campos elíseos, el cielo o el Valhala.
No es un pasado tan lejano. Hay que tomar en consideración la enorme cantidad de milagros, reconocidos e ignorados por la Iglesia, que se han producido desde siempre en el mundo católico, y los muchos otros de los que todavía hablan los hindúes o los monjes tibetanos.
Pero esta presencia de los dioses entre nosotros, dejó de ser ominosa con la aparición del lenguaje escrito. Con la escolarización obligatoria los milagros pasaron a ser percibidos, tan sólo, por los más perturbados o desesperados de la vida. Muchos otros creían en ellos pero se trataba de una fe del que se agarra a un clavo ardiendo, la fe del que no comprende nada, del que ha perdido pie porque vive en un mundo de valores ancestrales que ya no existe.
En el mundo civilizado éramos las personas las que teníamos el control de la historia y del progreso. Digo éramos porque eso también ha cambiado. El aumento en el nivel educativo nos dio el poder de dirigir nuestros destinos. La medicina y la técnica hicieron que vivir bien dependiera de nuestro poder adquisitivo. Es cierto que bajo nuestro control nacieron el fascismo y al comunismo pero también venció la democracia.
Pero ese control ya lo hemos perdido. Baste con observar los acontecimientos que han llevado a la actual crisis mundial. No ha habido ninguna guerra, ningún ideólogo promoviendo una nueva utopía, ninguna nueva religión ha arrasado con las convenciones establecidas.
La nueva catástrofe ha sido de naturaleza puramente técnica. Nadie ha podido preverla ni prevenirla porque ningún mortal ha sido capaz de darse cuenta de todo lo que nos estaba llevando a ella, al menos hasta que ya era demasiado tarde. El mercado de divisas, la especulación inmobiliaria, los productos financieros a base de opciones y futuros de bolsa, los créditos e hipotecas vendidos y comprados en paquetes de banco a banco. Nadie era ni es capaz de controlar todo eso ni comprenderlo en su totalidad. Hemos perdido el control y de momento no hay dioses entre nosotros que lo estén tomando, ¿o quizás si?. Algo que toma forma a partir de la tecnología que estamos creando. Un dios que nacerá o está naciendo para servirnos y adorarnos.

14 dic 2009

¿Qué es la cretinización y cómo ocurre?: Caída progresiva de la capacidad intelectual y creativa de los directivos de empresas.


He discutido esta teoría con muchos de mis colegas y amigos, especialmente con aquellos que trabajan en grandes empresas y, he de decir, que independientemente de que sean directivos o no les resulta tan controvertida como difícil de refutar.
La idea es la siguiente. Pongamos que eres un asistente del jefe de tu departamento y este es ascendido o encuentra un trabajo en otra empresa en una posición más elevada. En cualquier caso se te lleva a ti contigo y, tras tu ascenso te toca a ti elegir asistente. Dado que trabajas en una gran empresa ¿a quién eliges, a alguien más inteligente que tu o menos?. Si eliges a alguien con más capacidades que tú podría saltar por encima de ti en el siguiente ascenso así que eliges a alguien a quien puedas enseñar. ¿No habéis oído nunca la frase “está sobre cualificado para este trabajo”? Pues eso significa simplemente que sabe más o es más capaz que el que lo selecciona pero cuando dicen que está poco cualificado significa que su nivel anda por los suelos. ¿Qué pasa entonces cuando te ascienden a ti a una posición más elevada?, que te llevas a tu asistente y ¿qué hace él?, elige a alguien menos inteligente y cualificado. Pasan los años y los que fueron asistentes van escalando posiciones y mientras tanto los nuevos asistentes y directores son cada vez más tontos. Evidentemente la empresa sigue necesitando personal creativo e inteligente pero relegados a las posiciones más bajas, sin posibilidades de promoción, hagan lo que hagan, y tratados como leprosos, necesarios pero manteniéndolos a distancia. Venga ¿cuántos de vosotros que trabajáis en corporaciones multinacionales y grandes empresas no os habéis preguntado alguna vez cómo alguien tan estúpido ha podido llegar a ser director regional o presidente de la empresa?. Pues ya sabéis como

3 dic 2009

Es imposible acabar con la piratería

Yo ya tengo mis añitos y recuerdo perfectamente la época en la que Internet era una red que usaban sólo las universidades, e incluso antes, cuando me compraron mi primer ordenador un Amstrad CPC 464, pantalla verde y 64Kb de RAM. Aquel trasto iba con casete y recuerdo que los juegos tenían, ya entonces, precios astronómicos. Por aquella época los colegas nos copiábamos los juegos en radios de doble pletina. Después vinieron los disketes. Los PCs. Los discos duros de 10, 20, 50 Mb.
Un dia me compré un PC con 200 Mb de disco duro. Por aquel entonces para acceder a Internet me iba a la biblioteca de la universidad, ni de coña se me pasaba por la cabeza la idea de bajarme algo de Internet. Si sólo para ver una página con fotos había que esperar un minuto, dos o incluso más. Pero si que había anuncios en el periódico de gente que vendía juegos.
El Doom II se lo compré a un chaval que tenía un disco duro de casi un Giga, monstruoso disco duro aquel. Comprimido en 10 disketes. Recuerdo que mientras me lo grababa me contaba que su padre era árabe y que se llevaba muy mal con él. El chico me contó que tenía muchos clientes. El negocio iba bien.
Ahora cualquiera puede bajarse programas, videos, música, juegos, libros, porno, todo, de Internet y lo hace sin pagar.
¿Qué pasará cuando le consigan poner puertas al campo?, ¿Pagaremos otra vez los desorbitados precios de antaño?. Ahí va una pregunta retórica ¿o, más bien volveremos a comprarles a los nuevos piratas de turno?, los pocos que sabrán como saltarse las barreras y se arriesgarán a hacerlo a cambio del sucio parné.
¿Qué sentido tiene concentrar la piratería en unas pocas manos?. ¿Es que así será más fácil perseguirla?, ¿tan fácil como lo ha resultado acabar con el tráfico de drogas, quizás?, ¿o cómo lo ha sido en otros tiempos eliminar la prostitución?. Bueno, voy a dejar de hacer preguntas retóricas, uno acaba pareciendo más estúpido que los que pretenden ponerle puertas al campo.