21 oct 2009

Las verdades absolutas: erotismo, danza, música, pintura...


Como muchos me he preguntado cientos, quizas miles de veces en mi vida si hay algo que sea verdad para todos. Hay muchas cosas que son comunes en todas las civilizaciones como la necesidad de cooperar en tiempos difíciles, las leyes, la diferenciación entre lo que está bien y lo que está mal, etc.
De todas formas ese tipo de convenciones sociales son variables dependiendo de la sociedad y el tiempo, de los usos y costumbres y nunca he tenido la sensación de que en ellos hay alguna verdad incuestionable.
Sin embargo me ha sucedido que teniendo una experiencia sexual muy intensa, disfrutando de la música bailando o simplemente escuchándola, mirando una pintura o incluso viajando como pasajero y viendo pasar el paisaje por la ventanilla he sentido algo indescriptible, algo que he sabido inmediatamente que era una verdad absoluta. ¿Qué como lo he sabido?. No puedo explicarlo. Simplemente no he tenido la menor duda. Algunas veces he intentado comprender la sensación, su origen, su significado pero el razonamiento lógico la hacia desaparecer, era como si las palabras que intentaba usar para plasmar aquella verdad absoluta la diluyesen, hiciesen que lo que fuera que podía aprender de aquella sensación se esfumase junto a la sensación.
No hay manera de razonar sin usar palabras, la lógica requiere de un diálogo, sea interno o con otros, la gramática nos confiere las herramientas para convertir la realidad en proposiciones abstractas con las que jugar a recombinarlas, barajarlas, sopesarlas juntas, separadas, en grupo o cambiándolas de orden o de forma para obtener conclusiones que aceptar, comparar o rechazar. Pero todo esto no sirve con las verdades absolutas.
Cuando aprendí la lección me dediqué a concentrarme en la sensación cuando aparecía y entonces se hacía aún más intensa, después se suavizaba y se esfumaba, pero dejando tras de si el regusto de haber aprendido algo inefable. Y creo que sé porqué. Es porque las verdades absolutas no son humanas, o al menos no sólo humanas, son universales y por eso no hay lenguaje humano que baste para expresarlas cuando uno las percibe.