24 jun 2009

El nuevo enemigo

Como ya he dicho en un post anterior durante las últimas décadas se ha venido produciendo un aumento progresivo de estupidez entre los gerentes y directivos de empresas. Lo que quiero explicar a continuación son las consecuencias que me parece que se derivan de este proceso y que, de entrada no me resultaron obvias.
Está claro que, para ser director, la inteligencia no es un don necesario sino, más bien una discapacidad. Entonces, ¿qué es necesario?. Para contestar a esa pregunta sólo hace falta mirar a la clase política. ¿Qué es lo que vemos?. Buenos comunicadores. Actores. Personas que saben dar la impresión de seguridad y carisma. No tienen ni una cosa ni la otra pero no importa porque cuentan con los equipos de asesores, asistentes y admiradores que les salvarán de cualquier dificultad o metida de pata.
Pero entonces ¿quién dirige las empresas y los países?, ¿los asesores?.
En el caso de los países sospecho que el papel de los gobiernos es cada vez de menor importancia. En el caso de las empresas la progresiva degeneración de la capacidad intelectual de sus directivos ha dado lugar, o quizá sea al revés, a la aparición de un nuevo tipo de empresa que concentra, cada vez más todo el poder intelectual necesario para dirigir. Son estas las empresas de asesoría como Pricewaterhousec**, como ErnstandY**** o como en su día lo fue Arthur and Andersen. Estas empresas ofrecen básicamente los mismos servicios y tienen, básicamente la misma política de admisión, entrenamiento y funciones de sus trabajadores como lo prueba el hecho de que tras la desintegración de Arthur and Andersen la mayoría de sus empleados encontraran trabajo en las dos primeras. Las mencionadas ofrecen sus servicios a muy alto precio pero también hay muchas otras formadas por antiguos empleados de las ya dichas que ofrecen lo mismo a menor precio.
Los empleados de estas empresas hacen un análisis detallado del funcionamiento de la empresa que asesoran y ofrecen un plan de dirección que maximiza los beneficios de la empresa reduciendo los costes. Hay que tener en cuenta dos cosas, que son los directivos los que contratan a estas asesorías y que para sus expertos un trabajador no es una persona sin un mero medio de producción. Esto le debería de resultar familiar a más de un socialista.
Un ejemplo de lo que eso significa para los trabajadores es lo que sucedió con Enron. Los expertos de Arthur and Andersen aconsejaron a sus directivos subir sus sueldos a costa de los planes de pensión de sus empleados, dieron por válidas contabilidades fraudulentas que permitían a la empresa seguir creciendo en el mercado bursátil y cuando todo se fue al traste no fueron, desde luego los directivos los que sufrieron las consecuencias, aunque alguno de ellos acabara con una ligera condena de cárcel.
En general el efecto de esta subcontratación de la capacidad intelectual en la sociedad ha sido una globalización del efecto Enron. Estamos viendo la desaparición de la clase media en los países en que la actividad sindical había hecho posible su aparición y creo que aquellos que nos llamamos socialistas debemos ser conscientes de que el nuevo enemigo ya no lo representan los estados, ni los partidos conservadores, ni mucho menos los que controlan los medios de producción sino esas empresas de asesoría que, de hecho, no han aportado nada positivo a la sociedad.

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